jueves, 8 de mayo de 2014

Cambios

El tiempo tiene muchas formas de medirse, en concreto, las etapas que marcan la diferencia entre un año y otro. Yo he decidido diferenciar entre 3 tipos de «Años Nuevos». El primero es el «oficial», el día 1 de enero. El segundo, el día de mi cumpleaños —mañana, dicho sea de paso— y el tercero, el día que comienza el curso escolar. De tal manera que, cuando hablo del año pasado, me puedo estar refiriendo al año en general, a cuando tenía un año menos, o al curso anterior. 

Suele ser costumbre que con la llegada de estas fechas la gente —me incluyo en ese grupo— haga una lista de propósitos para esa nueva etapa que comienza, la mayoría de los cuales no acaban por cumplirse. Visto que estas fechas marcan en nuestra mente un antes y un después, he decidido clasificar lo que para mí son mis años nuevos. Ahora mismo estoy cerca del segundo y cada día me surgen nuevos propósitos por cumplir. 

Entonces, si cada día nos surgen nuevos proyectos, metas y sueños ¿por qué no puede ser Año Nuevo todos los días? o, ¿por qué tiene que haber una fecha dedicada únicamente a proponernos metas? Todos los días puede ser Año Nuevo, cualquier día. Lo importante no es solo proponerlo, lo importante es tener las ganas, la fuerza y la constancia para poder cumplirlo. 

Haz que cada día sea nuevo, proponte ser mejor que ayer, no esperes a que llegue un Año Nuevo para hacerlo. No esperes a mañana para cambiar.

¡Feliz Año Nuevo!

María Gomariz Calvo

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