miércoles, 13 de abril de 2016

Nada

Los instantes pasan. La vida acelera rápidamente, tanto que perdemos el sentido de la orientación.
¿Y qué hacemos para remediarlo? Nada. Nos pasamos la vida buscando la luz en ese túnel del que todos hablan, pero ¿qué hacemos si no la encontramos? Nada. 
Hagas lo que hagas, si no encuentras lo que buscas, no pares. Créalo. Pero no dejes que la oscuridad te consuma o estarás perdido. No permitas que todo tu esfuerzo se transforme en nada. Porque entonces, eso será en lo que te convertirás. En nada.
 María Gomariz Calvo



viernes, 8 de enero de 2016

Blacky

Llevo muchísimo tiempo queriendo escribirte algo. No es que no haya encontrado el momento, es porque no me atrevía. Tenía miedo de qué reacción pudiera esto provocar en mi estado de ánimo. Lo he intentado, te lo prometo. Pero cada vez que lo intentaba, tu imagen y todos los recuerdos asociados a ella volvían a mi cabeza y, sin poder evitarlo, las lágrimas se derramaban por mis mejillas. Te mereces mucho más que lo que una pequeña publicación pueda expresar. Sé que esto no podrás leerlo, no importa. Algún día, estaremos juntos donde quiera que vayamos.

Me da igual que nadie lo entienda. Simplemente, quería decirte que, desde que te fuiste, has dejado mi pequeño corazón con un hueco imposible de rellenar. Todavía recuerdo esos días en los que volvía del colegio y venías a recibirme con tu mejor sonrisa, sí, yo sé que eso era una sonrisa. Me sonreías, me dabas todo el cariño que algunas veces me faltaba, vigilabas mi sueño y, todo eso, sin pedir nada a cambio.

Eres una de las mejores cosas que me han pasado, una bendición del cielo. El mismo cielo que hace unos años te reclamó. Aún así, fuiste fuerte y no te dejaste vencer a la primera de cambio. Luchaste hasta el último momento, mi pequeño. Un par de semanas después de aquel aviso, volviste a mis brazos y pudimos pasar, aunque yo no lo sabía en ese momento, nuestra última noche juntos. Esa noche no dormí y volvería a hacerlo mil veces con tal de que pudieras estar aquí conmigo. Aquella mañana yo estuve en el colegio y cuando volví ya no estabas. Durante semanas estuve preguntando por tu estado, me decían que seguías igual, incluso, nos plantearon algunas soluciones para lo que te pasaba, mas no fue suficiente.

Al cabo de los meses, volví a preguntar, esta vez para que me aseguraran lo que ya sabía; te habías ido. Y, repito, habiendo luchado hasta el final. ¿Sabes qué es lo que más me dolió? No poder darte un abrazo de despedida. No pude despedirme de ti, por eso y, aunque no lo justifique, quería escribirte esto. Sé que no será la última vez que lo haga, tú lo mereces.

Gracias por darme tanto en estos años, por ser mi fiel amigo y enseñarme lecciones que nadie más sabría. Te llevaré en mi corazón, vaya donde vaya y haga lo que haga.

Te quiero y te querré siempre, Blacky.

María Gomariz Calvo